domingo, 25 de septiembre de 2022

1565. Las veneradas reliquias de San Eugenio pasan por Daganzo

 Alfonso VII, rey de Castilla y León, aprovechando que su yerno era el rey Luis VII de Francia, consiguió que le enviaran como reliquia, un brazo de San Eugenio, primer arzobispo de Toledo, nombrado por Chindasvinto durante la época visigoda y que murió cerca de Paris sufriendo martirio. El brazo llegó a Toledo el 12 de febrero desde la abadía de Saint Denis, donde tienen su sepultura los reyes de Francia. Se construyó una ermita dedicada a la advocación del santo para custodiarle hasta su traslado a la catedral. A partir de entonces fue uno de los santos mas venerados en toda la cristiandad y considerado uno de los padres de la Iglesia.



 Alfonso VII pretendía repatriar las reliquias del santo desde 1148. Durante el Concilio de Reims, el obispo de Toledo, Raimundo, vio la tumba de San Eugenio (desconocido hasta entonces) en la mencionada abadía parisina con una inscripción que rezaba "aquí yace San Eugenio, mártir, primer arzobispo de Toledo". Los monjes que custodiaban los restos se opusieron al envío del cuerpo completo de San Eugenio, que había sido encontrado incorrupto en el lago Marchais varios siglos después de su muerte, accediendo únicamente al envío del brazo derecho. 



Varios siglos más tarde, en 1565, Felipe II consiguió traer a Toledo el resto del cuerpo. Durante el traslado, tras pasar por Talamanca, hizo una escala en Daganzo el domingo 11 de noviembre, un día antes de su llegada a Alcalá de Henares donde se celebraron numerosos festejos y procesiones.



Arca con los restos de San Eugenio en la Catedral de Toledo, mandada construir por Felipe II. Catedralprimada.es

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